En la actualidad existe una fuerte polémica sobre el medioambiente que se traduce en preguntas que oímos a diario, como por ejemplo: ¿Se está produciendo un calentamiento global en la Tierra?
¿Este calentamiento está producido por la actividad humana? ¿El calentamiento está cambiando el clima tanto como para desatar violentos fenómenos meteorológicos: tormentas, lluvias torrenciales, deshielo de los glaciares, subida del nivel del mar, desertización de grandes extensiones, etc.? Si esto es así: ¿se puede hacer algo para evitarlo? ¿Sería cuestión de los gobiernos o toda la sociedad debería estar implicada? ¿Existe suficiente información de calidad a nivel social para que los ciudadanos puedan llegar a conclusiones y tomar decisiones personales?...
Estas cuestiones se traducen en un alto contenido mediático y polémicas apasionantes. Es lógico que así sea porque estamos hablando de un problema con graves repercusiones para la vida de millones de personas.
Las evidencias científicas respecto a estas preguntas no son definitivas, pero ya en 1995 el principal organismo internacional que se encarga de coordinar todos los estudios sobre este tema, el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC, organismo creado por la ONU que agrupa a más de 4000 científicos) escribía en uno de sus Informes (11): "el conjunto de evidencias sugiere un cierto grado de influencia humana sobre el clima global".
Probablemente la primera cuestión que se nos viene a la mente sería algo parecido a la siguiente dualidad:
a. Las variaciones que vemos en el clima año tras año en la actualidad es algo que hemos provocado los humanos (según muchos científicos).
b. La Tierra tiene un comportamiento cíclico con respecto al clima desde hace millones de años, con lo que la situación climática sería ‘normal’ (según otros científicos, muchos menos). En toda esta situación existen múltiples intereses económicos de los países más avanzados de la Tierra que condicionan seriamente las conclusiones científicas (cada vez menos) y, por tanto, también las medidas que deberían tomarse, si hubiera lugar, para intentar ‘intervenir’ en la cuestión climática a fin de reducir su agresividad que parece ir en aumento. Esta enormemente compleja cuestión sólo puede abordarse desde el punto de vista del análisis de los datos obtenidos por las diferentes comunidades científicas (expediciones de investigación climática a diferentes partes del mundo, observaciones meteorológicas de múltiples observatorios, análisis computacionales de predicción, datos obtenidos por las diferentes marinas en los últimos cien años…). El estudio de toda esta información es bastante desalentador y muestra la difícil situación a la que está sometida la Tierra en su conjunto.
Estas cuestiones se traducen en un alto contenido mediático y polémicas apasionantes. Es lógico que así sea porque estamos hablando de un problema con graves repercusiones para la vida de millones de personas.
Las evidencias científicas respecto a estas preguntas no son definitivas, pero ya en 1995 el principal organismo internacional que se encarga de coordinar todos los estudios sobre este tema, el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC, organismo creado por la ONU que agrupa a más de 4000 científicos) escribía en uno de sus Informes (11): "el conjunto de evidencias sugiere un cierto grado de influencia humana sobre el clima global".
Probablemente la primera cuestión que se nos viene a la mente sería algo parecido a la siguiente dualidad:
a. Las variaciones que vemos en el clima año tras año en la actualidad es algo que hemos provocado los humanos (según muchos científicos).
b. La Tierra tiene un comportamiento cíclico con respecto al clima desde hace millones de años, con lo que la situación climática sería ‘normal’ (según otros científicos, muchos menos). En toda esta situación existen múltiples intereses económicos de los países más avanzados de la Tierra que condicionan seriamente las conclusiones científicas (cada vez menos) y, por tanto, también las medidas que deberían tomarse, si hubiera lugar, para intentar ‘intervenir’ en la cuestión climática a fin de reducir su agresividad que parece ir en aumento. Esta enormemente compleja cuestión sólo puede abordarse desde el punto de vista del análisis de los datos obtenidos por las diferentes comunidades científicas (expediciones de investigación climática a diferentes partes del mundo, observaciones meteorológicas de múltiples observatorios, análisis computacionales de predicción, datos obtenidos por las diferentes marinas en los últimos cien años…). El estudio de toda esta información es bastante desalentador y muestra la difícil situación a la que está sometida la Tierra en su conjunto.
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